La intersección VEA

Opinión | junio 9, 2021 | 6:16 am.

«No perdamos nada del pasado. Sólo con el pasado se forma el porvenir” Anatole France (1844-1924) Novelista y premio Nobel francés

Muchos jóvenes tienen curiosidad de saber por qué el cruce de la carretera que conduce a Soledad con la carretera Negra de La Flint lleva el nombre de “VEA”. Primero haremos dos precisiones para ubicarnos en el histórico sitio.

Una: la gente comúnmente habla de la carretera El Tigre – Ciudad Bolívar cuando lo correcto es la carretera El Tigre – Soledad, la cual fue construida en la época de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.

Dos: la carretera negra que la cruza hacia El Tigrito debe su nombre al hecho de que la trasnacional petrolera Flint Construction Co., estuvo instalada, desde su llegada a la ciudad y por muchos años, en la intersección de la avenida 5 con una carretera negra que le pasaba por todo el frente la cual, en dirección al norte, empalma con la vía que conduce a Pariaguán y hacia el sur, llega hasta la antigua zona de tolerancia (Esquina del desaparecido bar 73) y cruza hacia el este rumbo a San José de Guanipa.

Dicho esto, creo que estamos bien ubicados. Ese cruce siempre fue peligroso. Las dos vías eran trochas y el tráfico vehicular era escaso, pero siempre se prestó (y se presta) para conductores que, por andar a toda velocidad, cometen imprudencias que ponen en riesgo la vida de personas inocentes. En ese sector hay que andar con sumo cuidado.

Una vez que la dictadura construye la carretera la población de Soledad, los conductores se sentían con el derecho de pasar a grandes velocidades lo que trajo como consecuencia, el acrecentamiento del número de accidentes, ya que los trabajadores de las compañías petroleras, agricultores, ganaderos y algunos citadinos utilizaban la carretera Negra de La Flint con regularidad y por necesidad. El tráfico se acrecentó.

En una oportunidad hubo un trágico accidente. Venía de Ciudad Bolívar hacía El Tigre un norteamericano en una limosina marca Chevrolet de dos puertas a exceso de velocidad y en ese momento iba pasando un trabajador petrolero en una pickup y chocaron. La colisión fue tan fuerte que pereció el extranjero y su vehículo quedó como pocillo e’ loco. Golpeado y deteriorado.

Esa chatarra fue tomada por las autoridades de tránsito del momento para exhibirlo como ejemplo y los demás conductores vieran y tomarán las previsiones del caso para evitar esos fatales accidentes. No había señales de tránsito. Vea y mátese por su vista, era la señal que enviaba el régimen de entonces.

El vehículo (La limosina de dos puertas) en cuestión fue colocado en una plataforma que colocaron encima de un tubo (Un improvisado pedestal) en la esquina sureste, exactamente, en el sitio donde Unicasa construyó el Mall y le adicionó un moderno modulo, el cual estuvo por un tiempo habitado por la Guardia Nacional Bolivariana y, luego que este cuerpo de seguridad retiró la alcabala, lo entregó y está deshabitado.

VEA le escribieron al vehículo chocado, en letras bien grandes en las partes de los guardafangos, los cuales quedaron con hendiduras y abolladuras.

La gente que pasaba se acostumbró a llamar el sitio VEA precisamente por la inscripción que había en el vehículo destrozado por el aparatoso y trágico accidente. Ese vehículo formaba parte del patrimonio histórico de la ciudad, pero con el argumento de que era una rémora de la dictadura, en el año 1987, fue retirado por orden del entonces presidente del Concejo Municipal ante la insistencia de uno de los últimos gobernadores nombrados a dedo por el presidente Jaime Lusinchi.

Ambos pueden corroborar esa verdad porqué están vivitos y coleando. Muy tarde los ínclitos de la cultura se percataron del error y ahora es tarde para subsanar el crimen que se cometió contra un icono que formaba parte del patrimonio histórico de nuestra joven ciudad. La verdad sea dicha.

Una vez que la dictadura construyó la carretera tipo A o vía expresa El Tigre – Soledad, surgió la necesidad de que se construyera la carretera negra La Flint, El Tigre – San José de Guanipa. Era un clamor popular.

El diario Antorcha que siempre lideró las luchas reivindicativas de la comunidad, haciéndose eco de ese clamor, publicó un editorial dónde preguntaba quién va a reparar, ni siquiera hacerla nueva, la carretera hacia el Tigrito e insinuaba que fueran las compañías petroleras que eran las mayores usuarias de ese tramo. Era lo correcto.

Ese escrito fue considerado por la dictadura de Marcos Pérez Jiménez como subversivo, terrorista, golpista, desestabilizador y enviaron 22 días, tras las rejas a don Edmundo Barrios y Juan Meza Vergara editores del diario y, al señor Antonio López Castillo, que era el distribuidor del periódico, por ese atrevimiento. El poder siempre es enemigo a la libertad de expresión, opinión e información. Las tiranías mucho más.

Obvio, Antorcha durante buen tiempo circuló condicionada por una salvaje autocensura ante la amenaza de clausura, siempre bajo la conducción de don Mauro Barrios y Efraín Subero que tenían que mutilar las noticias para no molestar al régimen que los tenía amenazados de llevarlos de nuevo a la chirola. Caminaron sobre el filo de la navaja.

En ese peligroso cruce perdió la vida uno de los fundadores del sector popular Pueblo Ajuro y del Partido Socialcristiano COPEI, gran luchador social, excelente padre de familia y hombre de bien, don Jesús Guerra Tayupo, cuando una madrugada intento cruzar hacia El Tigrito y fue embestido por una gandola que se desplazaba a gran velocidad rumbo a El Tigre. Una aparatosa y violenta colisión.

El jeep que conducía el “viejo Guerra” como lo conocíamos popularmente quedó clavado, exactamente, debajo del mencionado vehículo chocado que paradójicamente, tenía la inscripción, VEA, como señal de alerta ante el peligro que comporta atravesar ese cruce sin tomar las previsiones del caso. Había que estar mosca, pues. En ese cruce de VEA, a pesar de la luz intermitente que habían colocado, el conductor que pestaña y se descuida, corre el riesgo de perder la vida o al menos destrozar el vehículo y llevarse el susto de su vida. Mosca pues, que cigarrón atora.

En el año 1998, en el marco de la celebración de un aniversario más de la fundación de El Tigre (que fue un 23 de febrero de 1933, fecha que reconocen las personas serias y conocedoras de la verdadera historia de la ciudad), Pdvsa inauguró, como parte del programa Desarrollo Armónico de Oriente (DAO) la avenida Rotaria, la cual incluyó, también, la construcción del distribuidor vial del sector VEA, que ahora cuenta con las respectivas islas, reductores de velocidad, buena señalización, iluminación y semáforos, lo que aunado al hecho de que el sector ya forma parte del perímetro urbano de la ciudad, aun cuando continúa siendo peligroso, no es menos cierto, que se han minimizado los accidentes de tránsito y muchas vidas útiles se han salvado. Fue un buen regalo para la ciudad.

Es una síntesis de la historia del sector VEA que hacemos para que, las presentes y nuevas generaciones conozcan el origen del curioso nombre que lleva ese importante distribuidor vial de la ciudad y para que se atesore en la memoria histórica de la ciudad por vía escrita el porqué del nombre del ahora moderno distribuidor VEA, porqué la prueba física que nos legó la dictadura, no hay manera de recuperarla ya que, fue totalmente destruida y echada al cesto de alguna chatarrera, que seguro la vendió a alguna recicladora que la transformó en otro bien material. Así son las cosas, diría Oscar Yánez.

La élite ilustrada, los eximios cronistas y, todos aquellos, que están obligados por ley, a ser guardianes del patrimonio histórico de la ciudad, no deben permitir, sin alzar su voz de protesta, que se continúe perdiendo, destruyendo y tirando al olvido estructuras que forman parte del recuerdo de nuestra patria chica. Es ese pasado el que nos ha dado identidad propia, nos instaló en este presente y nos formará el porvenir, por lo que se debería, una vez que, nuestros eximios cronistas, historiadores e investigadores decidan escribir la verdadera y autentica historia de ciudad, incluir esta reseña en el disco duro de nuestra memoria histórica ¡Vale!

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