Dr. Strangelove (o los amigos y enemigos de la negociación)

Opinión | mayo 17, 2021 | 6:20 am.

Todo proceso de negociación trae consigo amigos y enemigos. Es natural que sea así, pues cuando se negocia se espera que haya un cambio en el estatus quo, y por lo tanto habrá ganadores y perdedores. En las cortes reales eran muy comunes los complots para favorecer o entorpecer procesos de paz, lo mismo ocurre en los altos niveles de Gobierno. Ningún poder es monolítico, siempre hay en los niveles de mayor jerarquía personas más propensas a la negociación que otras, de la misma forma como hay quienes se inclinan más por salidas pacíficas que violentas. Las decisiones que se tomen, y las consecuencias que estas traigan, son el resultado de la visión que logre imponerse.

En el cine hay innumerables ejemplos de situaciones en las que al momento de tomar decisiones de Estado los más proclives a soluciones pacíficas se encuentran con aquellos que prefieren las “soluciones definitivas” y violentas. Una cinta emblemática que describe este tipo de situación es Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb (1964), del director Stanley Kubrick, donde en plena crisis nuclear entre los Estados Unidos y Rusia se encuentran en un Cuarto de Guerra (war room) distintos personajes, unos más inclinados por buscar soluciones diplomáticas y pacíficas, en tanto que otros ven la guerra como algo inevitable (¿y hasta deseable?).

Hoy en día en Venezuela, ante la posibilidad de una negociación que le permita salir al país de la crisis política y social en la que se encuentra, están también presentes todos estos personajes, esos que abogan por salidas negociadas, y los que prefieren la confrontación y la violencia. La paradoja es que en los sectores que se encuentran en conflicto unos y otros terminan identificándose más con quienes juegan su mismo rol en el otro sector, así los que defienden la negociación como vía encuentran más coincidencias con su contraparte en el otro sector que con aquellos que apuntan a salidas violentas en su propio sector. Lo mismo ocurre entre quienes abogan por la confrontación.

Lamentablemente la realidad anterior favorece a aquellos cuyo esquema es el de las salidas no pacíficas. Todo proceso de negociación entre sectores que se adversan implica partir de un punto en el que la desconfianza está a la orden del día. Cualquier acción que fortalezca esa desconfianza debilita cualquier posibilidad de una salida pacífica. En este sentido, hay actores de lado y lado activos creando mayor desconfianza, ambos retroalimentándose mutuamente. La dinámica es simple, un actor del lado A hace algo que representa una agresión al lado B, el actor que se inclina por salidas no negociadas en el lado B señala lo que hizo el lado A, y a partir de ahí justifica una retaliación, lo que debilita la confianza mutua.

Lo anterior se repite una y otra vez aumentando los niveles de desconfianza, y por lo tanto alejando la salida negociada como posible salida del conflicto. De hecho, en la medida que el proceso de retaliaciones mutuas ha iniciado quien plantee detener ese proceso será acusado de “traidor”, trayendo esto como consecuencia inevitable que quienes creen en la negociación se desarticulen, en tanto que los que promueven la confrontación se aglutinen. Al final termina dominando el discurso de confrontación, no porque la mayoría crea que es la mejor opción, sino porque es más fácil fortalecer la desconfianza entre adversarios (y en las propias filas) que generar confianza.

Lamentablemente hoy en Venezuela la pequeña puerta que se ha abierto para una solución negociada está siendo atacada por factores en ambos sectores que prefieren mantener la situación actual, o que simplemente son incapaces de ver algún tipo de solución que no sea a través de la confrontación y la violencia.

Contrarrestar esto implica desmantelar esa compleja red de actores que desde la sombra buscan evitar soluciones pacíficas, también significa que quienes creen en la posibilidad de alternativas no violentas lo planteen a viva voz, más allá de las acusaciones de traición que seguramente dirigirán hacia ellos. Es momento de frenar a los que buscan la confrontación.

Twitter: @lombardidiego