Crisis de representatividad: Participación vs Elección

Opinión | mayo 28, 2021 | 6:22 am.

La información que comenzó a circular por las redes en el sentido que EEUU había dado un plazo al Gobierno Encargado para resolver el problema de Maduro forma parte de la desesperación de todos de encontrarle una solución a la crisis política en Venezuela.

Aunque el mismo Embajador James Story negara la especie, es muy posible que el informante hubiera entendido que en esa nueva reunión con el G4 en Bogotá, efectivamente los EEUU hayan manifestado su inconformidad con más de dos años de fracasos financiados con el dinero retenido de los venezolanos y todavía Maduro siga atornillado en Miraflores; y que en un momento dado los norteamericanos pudieran haber dado un plazo máximo al reconocimiento de Juan Guaidó como Presidente Encargado (este año y antes de las elecciones regionales). En todo caso Story puede desmentirlo ahora y mañana cambiar de posición por órdenes de su gobierno. Y eso tendría mucho sentido.

A mi modo de ver, no es que se le haya dado un ultimátum al Presidente Encargado, sino la cuestión insoslayable de que si no se resuelve el problema de Maduro los Estados Unidos tendrán que verse en la necesidad de darle curso a un reconocimiento que no desean a parte o la totalidad de la institucionalidad del régimen, como por ejemplo a esa Asamblea Nacional del 6D-2020, y en consecuencia, a las nuevas elecciones que se han convocado.

Tener que lidiar con dos “gobiernos” resulta un serio problema para todo el mundo en la Comunidad Internacional y en especial para los Estados Unidos, y eso a juicio de ellos le daría una salida a los partidos para dedicarse a un nuevo ciclo político, con revocatorio incluido, para seguir en la rochela interminable de “deshacerse” del régimen, por supuesto en contra del mandato de los venezolanos en la Consulta Popular de diciembre de 2020.

Eso explicaría muchas cosas, como por ejemplo el descabezamiento, por ahora mediático, de Guaidó; el movimiento masivo de la militancia partidista a entrar en ese proceso electoral; la búsqueda de tarjetas de votación para los partidos “opositores” que no la tienen, incluyendo las negociaciones con el régimen para la recuperación de la famosa tarjeta de la MUD UNIDAD de procesos electorales pasados.

El problema aquí es que los norteamericanos se van deslizando aceleradamente a preferir tolerar a Maduro porque eso es lo que hay, que a este saco de gatos incompetentes que no representan a nadie y que más bien se han convertido en el problema en lugar de la solución. Nadie como los norteamericanos como ejemplo de pragmatismo. Al fin y al cabo el problema es de los venezolanos, no de ellos aunque suene duro. Pero así es la política entre los países.

La gran pregunta es ¿qué haremos ante eso los venezolanos? ¿Aceptaremos de buena gana unas elecciones cuyo resultado sabemos de antemano y que no resolverá ningún problema en el país y seguir con el alargamiento interminable de la crisis? ¿Aceptaremos un revocatorio chimbo de una autoridad usurpada? ¿Aceptaremos un CNE designado por una Asamblea Nacional que declaramos ilegitima en una Consulta Popular? ¿Aceptaremos de buena gana que este país empeore aún más (porque cualquier situación siempre puede ser peor) porque los partidos decidieron seguirle el tango al régimen para sobrevivir, dejando que la población se siga muriendo de mengua en los hospitales y en las calles comiendo de la basura, con una infraestructura productiva progresivamente inservible?

Eso no se puede aceptar sin hacer nada. Y lo más terrible es que esa “oposición” crea que el régimen no profundizara su modelo comunal y autoritario inconstitucional para imponer cambios por la vía de los hechos que hagan que cualquier cosa que se logre en esas elecciones del régimen sea absolutamente anulado. Seguir luchando con las herramientas de la democracia en contra de unos delincuentes hace que cada día amanezcamos con menos derechos.

La Presidencia de Juan Guaidó la definirá, querámoslo o no, la Comunidad Internacional –y en especial los EEUU- cuando a su criterio vean que definitivamente ya no sirve más a sus intereses, y respaldarán al Presidente Encargado hasta que dejen de hacerlo, lo cual es exactamente el mismo caso de los militares con Maduro. De allí que en este momento hacer planes que impliquen la Presidencia Encargada de Juan Guaidó antes o inmediatamente después a esas elecciones regionales, que se llevarán a cabo con o sin el consentimiento de la Comunidad Internacional, conlleva el riesgo de quedarse con la brocha en la mano.

Lo antes dije como respuesta en un Foro chat donde me invitaron hace una semana: los venezolanos nos quedamos sin representación política. En consecuencia ante esa crisis de representatividad de una autoridad cuya legitimidad no depende de los venezolanos y la ya perdida de la dirigencia política, debemos concertar esfuerzos para representatividad legitima desde la sociedad civil partiendo de la participación popular, a pesar de lo que pase con la dirigencia política, que está buscando desesperadamente sobrevivir al tsunami de ilegitimidad por la falta de representación de los venezolanos, que cada día se presenta más evidente los ojos del mundo.

Debemos recordar la sentencia del TSJL a la solicitud de ANCO de encauzar las actividades de restablecimiento constitucional: “…cualquier salida de la crisis que se pretenda en el escenario político, debe hacerse dentro de los mecanismos de participación popular que consagra el artículo 70 de la Constitución, y nunca a espaldas del pueblo, con el fin primordial de provocar la salida inmediata de todo aquello que ha generado la crisis por la que atraviesa el país”.

Este pronunciamiento dio origen a la Consulta Popular de diciembre de 2020 y ahora a que la sociedad civil genere las acciones necesarias para hacer cumplir ese mandato del pueblo. Por eso formulamos el Pacto de Restablecimiento Constitucional y Democrático, en perfecta alineación con la Carta Democrática Interamericana de la OEA que indica “Articulo 6: La participación de la ciudadanía en las decisiones relativas a su propio desarrollo es un derecho y una responsabilidad. Es también una condición necesaria para el pleno y efectivo ejercicio de la democracia. Promover y fomentar diversas formas de participación fortalece la democracia”. Como ciudadanos estamos ejerciendo responsablemente un derecho de participación reconocido por el continente y que de paso está claramente establecido en nuestra Constitución vigente.

Las Conferencias Ciudadanas formuladas en el Pacto son el vehículo que motorizará esa participación de los ciudadanos y en consecuencia su representación legítima en todos los ámbitos de la vida nacional. De allí que se hace indispensable que contrapongamos la participación de los ciudadanos para evitar que se estafe de nuevo al pueblo venezolano con unas elecciones ilegitimas y mucho menos un revocatorio de unas autoridades que no son tales porque usurpan los poderes del Estado. Más temprano que tarde la Comunidad Internacional terminará reconociendo la rebeldía del pueblo venezolano a que se le imponga una ruta política embozalada y reconozca que la única salida de esta crisis pasa porque el pueblo venezolano decida qué hacer con su propio destino, utilizando los mecanismos que la misma Constitución establece. Seguiremos en rebeldía ciudadana por encima de quienes deberían defender nuestros derechos hasta que resolvamos la crisis de representatividad de una manera legítima y constitucional.

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