Recuperación económica en Venezuela, ¿sueño o realidad?

Opinión | febrero 7, 2021 | 6:26 am.

Una vez pasada la tormenta política para el oficialismo, en la que al menos en el corto plazo parece haber logrado estabilizarse en el poder, el próximo paso es abordar el tema económico. Una gran interrogante que se plantea es sobre la posibilidad real de lograr una recuperación sin que haya un cambio de gobierno.

Para algunos esto es inviable, en especial bajo el argumento de la capacidad de atraer inversionistas. Por otro lado, hay quienes sostienen que sí es posible, y se basan en la idea contraria, sí es factible atraer capital a Venezuela. ¿Quién tiene la razón? La respuesta debe apuntar más al aspecto cualitativo de la inversión que al cuantitativo (aunque este sin duda también es clave).

Cuando se piensa en inversión en Venezuela el primer sector que viene a la mente es el petrolero. Esto es parte del ADN de los últimos 100 años en los que el esquema mental económico está condicionado por el petróleo, y es natural que sea así. Ahora, con una industria petrolera destruida, en la que las inversiones requeridas son cuantiosas y con retornos de largo plazo, y cuyos costos fijos son altos, la apuesta por invertir en ese sector es alta, y como tal sin duda quienes estén dispuestos a arriesgarse esperarán grandes retornos (es decir, condiciones muy favorables). De ser esto así, el sector petrolero puede ser la tabla de salvación para un gobierno empobrecido, pero no para el país como un todo.

Lo anterior se enmarca en la noción del “estado depredador” (“state predatory”) el cual se refiere aquellos estados que prefieren mantener un nivel de inversión subóptimo de tal manera que pueden seguir teniendo el control político. Visto de otra manera, en la medida que un estado promueve la inversión productiva el sector privado se fortalece (y con este la sociedad en general), lo que visto en términos relativos debilita la posición de poder del estado. James Robinson (2001) plantea que este tipo de situación suele darse en aquellos contextos en los que “hay grandes beneficios de mantener el poder” y la economía “está bien dotada de recursos naturales”.

Por lo anterior el Estado venezolano tiene particular interés en atraer inversión al sector petrolero, no tanto por razones económicas (que sí las hay), sino por motivos políticos. La renta petrolera es lo que le ha permitido al estado venezolano históricamente imponerse sobre la sociedad. Ahora bien, para romper ese esquema un ejercicio que se debe hacer es plantearse qué otras ventajas comparativas puede tener Venezuela actualmente, interrogante que debe abordarse tomando en cuenta que el mundo ha cambiado económicamente de manera importante en los últimos años, y que lo seguirá haciendo. En otras palabras, ¿sigue siendo la industria petrolera la mejor carta que puede jugar Venezuela en el plano económico?

La interrogante anterior no tiene respuesta obvia. Habría que desarrollar un debate serio en torno a esta. Sin embargo, más allá de la respuesta, lo que parece cierto es que enfocar todas las energías en el sector petrolero afianzará más al gobierno actual, profundizará el modelo rentista, y unos pocos seguirán beneficiándose a diferencia de una gran mayoría empobrecida y dependiente. Los empresarios venezolanos, a quienes el gobierno les ha empezado a abrir algunas puertas, tienen una gran responsabilidad, es su deber hacer planteamientos que vayan más allá de sus intereses gremiales o empresariales, son ellos los primeros en no permitir ser utilizados a cambios de prebendas.

¿Es posible pensar en un sector empresarial capaz de resistir a la tentación de mantener un status quo que en el pasado les funcionó? Sí, pero para ello deben tener la convicción de que, con paciencia, visión colectiva, y capacidades técnicas, en vez de recibir algunas prebendas pudieran estar liderando una recuperación económica que por mucho pudiera generar más beneficios colectivos (e individuales) de los que se pudieran obtener manteniendo el modelo rentista. El gobierno no tiene incentivos para cambiar ese modelo. Por ello es responsabilidad de los empresarios colocar el cambio del modelo como parte fundamental de cualquier negociación. De lo contrario estarán siendo tontos útiles o cómplices.

Twitter: @lombardidiego