Tiempos de cambio

Opinión | diciembre 14, 2020 | 6:18 am.

Me hubiera encantado que las cifras de una Consulta Popular convocada por la gente, por la Sociedad Civil, superara los 10 millones de participantes. Sin embargo a pesar de que los resultados puedan rondar entre los 6,5 y 7 millones entre electrónicos y presenciales, a mí me parecieron formidables, considerando las circunstancias. ¿Y cuáles fueron esas circunstancias? Las señalaré para que todos sepan cómo fue este esfuerzo, porque un análisis ajustado a lo que realmente pasó no puede ser realizado sin tomar en cuenta estas realidades:

El permanente desprecio de los factores políticos por las propuestas de la Sociedad Civil

Desde mucho antes que aquel “prócer” del chavismo pronunciara su famosa pregunta “¿y con que se come la Sociedad Civil?” los ciudadanos hemos estado luchando en contra del desprecio de los factores políticos por las propuestas de la Sociedad Civil. Y desde su juramentación como Presidente Encargado de la República hemos señalado al Presidente Juan Guaidó Márquez que debía ser el pueblo venezolano el que se pronunciara por el camino a seguir para deshacernos del régimen que nos oprime, señalando el instrumento constitucional de la Consulta Popular.

En efecto, en el comunicado de ANCO de fecha 4 de febrero de 2019 señalábamos: “Pertinente es que el Presidente Encargado de la República Juan Guaidó, investido de autoridad en los términos establecidos en el artículo 333 constitucional, llame al pueblo no investido de autoridad a colaborar a la realización de una Gran Consulta a los venezolanos dentro y fuera del país…”, con el consiguiente silencio que duró hasta el 4 de Septiembre de 2020 cuando nos atendieron para oír nuestra propuesta. De haber escuchado nuestra solicitud en Febrero de 2019, cuando todos los números de popularidad de Guaidó estaban en la estratosfera, esa Consulta Popular hubiera fácilmente sobrepasado los 10 o 12 millones de voluntades. El Gobierno Encargado nos atendió cuando ya era irrecuperable su popularidad e intentó utilizar la Consulta como un mecanismo para levantar cabeza, y no como un medio para salir del Maduro y sus delincuentes.

La consulta “de Guaidó”

Una vez aceptada la propuesta de ANCO como organización de la Sociedad Civil, los factores políticos decidieron utilizar su maquinaria mediática para apropiarse de esa iniciativa, a pesar de la clara advertencia hecha al mismo Presidente Encargado de hacerse a un lado y dejar que fueran los ciudadanos los que condujeran el proceso consultivo. Esto lo puedo decir en primera persona con conocimiento de causa porque yo estuve en esa reunión. Pero eso nunca ocurrió. La pesada carga que significaba el fardo de los múltiples errores cometidos por el Gobierno Encargado y su dirigencia prevaleció ante los electores y los enemigos de la propuesta de convocar a los ciudadanos. ¿Quién querría votar en una “Consulta de Guaido”? Hasta la encuestadora Meganálisis hacia una pregunta, a mi juicio sesgada, que decía: “¿Usted participará en la consulta de Guaidó y la Asamblea Nacional?”, con un resultado de 8,3% en la intención de participar.

¿Y entonces? Si a mí me hubieran preguntado eso después de la torta de casi dos años de presidencia de Guaidó, sin estar al tanto de nada, hubiera respondido que No, al asociar directamente la Consulta Popular con el Gobierno Encargado y los políticos de la Asamblea Nacional. Nunca se interesaron en decir que esta iniciativa no era de ellos, salvo la primera vez cuando se designó el Comité Organizador de la Consulta Popular en la Asamblea Nacional y porque les era conveniente a sus intereses. Hicieron todo lo contrario, en cada discurso que dio el Presidente Encargado o cualquiera de los voceros de la Asamblea Nacional, el énfasis estaba en convocar a la Consulta para hacer elecciones, No para el Cese de la Usurpación, que fue y sigue siendo el grito generalizado de toda la población, aunque las preguntas hubieran cambiado, como veremos más adelante.

La pelea por las preguntas

Además de haber direccionado la Consulta Popular para sus únicos fines, el Acuerdo del 1ro de octubre volteó la exigencia del mantra aprobado por la población, colocando de primero “unas elecciones para sacar a Maduro” y no unas elecciones sin Maduro en el poder, como indicaba el Estatuto de la Transición de Febrero de 2019. Esto provocó un impasse interno que amenazó con acabar al nacer con la Consulta Popular. No estaríamos dispuestos nunca a preguntarle al pueblo acerca de ir a unas elecciones con Maduro en el poder. Y eso era lo que ellos pretendieron siempre, al punto que eso fue lo primero que declaró Leopoldo López al pisar España.

Después de intensas negociaciones y discusiones a lo interno del Comité Organizador y los representantes del Alto Consejo Ciudadano, incluyendo a los representantes estudiantiles, se llegó a una fórmula que respetó el itinerario del mantra ya aprobado en el 2019, comenzando por el Cese de la Usurpación y terminando por elecciones libres. Pero los políticos fueron intransigentes en incluir el Gobierno de Transición. ¿Por qué? Porque no quieren una transición para ordenar el desastre de Venezuela, ni siquiera para ordenar el antro del CNE para hacer elecciones. Sin embargo lo primero para nosotros siempre ha sido que el régimen se vaya, luego veríamos como resolver la transición. De la misma forma el ordenamiento del cobro de la voluntad popular. La tercera pregunta propuesta por ANCO fue reformulada en los términos de los estudiantes lo que robusteció la trilogía de las preguntas que finalmente comenzaron con el Cese de la Usurpación.

A mi juicio este cambio en el sentido de lo que había que consultarle al pueblo venezolano a favor de salir del régimen le restó interés a los políticos por la Consulta Popular, aun cuando ya lo habían asumido como parte de su ruta política. No les interesó asignarle un presupuesto de operaciones al Comité Organizador, ni tampoco mover todas las influencias políticas necesarias en todos los Estados para hacer que la participación fuera masiva. Simplemente lo dejaron así, como diciendo que la Sociedad Civil se las arreglara como pudiera. Y así lo hicimos, a conciencia de que este no será ni el primero ni el último enfrentamiento que tengamos.

La fría participación de la diáspora

La Consulta Popular se planteó en ANCO desde un comienzo como un evento mundial, donde la participación del exilio venezolano fuera fundamental. Para ello se requería que todos los involucrados, en especial los embajadores ante los países que respaldan al Gobierno Encargado, trabajaran desde el mismo comienzo de la decisión. Sin embargo hasta muy avanzado el proceso todavía habían muchas preguntas desde el exterior de cómo se materializaría la Consulta y como se organizaría el proceso en cada país. Muchos de los embajadores del Gobierno Encargado desconocían el proceso e incluso algunos lo adversaban y trabajaron en contra. Esto incidió de manera negativa en la participación de los venezolanos en el exterior. Afortunadamente la conexión de mucha gente de la diáspora del país con sus familiares en Venezuela pudo aminorar este impacto negativo y pudieron votar a través de las plataformas electrónicas previstas, sin ninguna orientación en cada uno de esos países. Sin embargo, aun así, lamentablemente muchos quedaron fuera.

La plataforma tecnológica para votar

Uno de los mayores obstáculos en todo este proceso fue el detalle de la participación a través de las plataformas informáticas escogidas por el Gobierno Encargado. Cada dirigente político decía una cosa diferente y contradictoria, sin esperar la aprobación del Comité Organizador quien se vio desbordado por las filtraciones de quienes conducían el proceso técnico, sin ningún respeto por las formas y las jerarquías. Solo a horas antes de comenzar, nadie sabía cómo se podía votar en esas plataformas, en un completo y total desconocimiento de cómo proceder. En eso se perdieron los dos primeros días, preciosos para trabajar en el voto asistido en todo el país.

Se colapso el sistema el primer día y afortunadamente se enderezó el segundo, afinándose la plataforma electrónica a partir del tercero. Pero para el Gobierno Encargado la votación electrónica no era su prioridad sino la del día 12 de Diciembre, por la presencia de la gente en las calles. Ese desdén en interesarse solo por la votación manual por su impacto político y no por la votación masiva que ocurriría a partir del 7 hasta el 12 de diciembre, nos resto una mayor participación. Los llamados al voto del Gobierno Encargado solo le daban importancia a la participación del 12, no para toda esa semana, como lo evidencio el discurso de apertura del Presidente Encargado el 7 de diciembre en la Plaza de los Palos Grandes. Mucha de la información para manejar las plataformas salió de la misma gente y gracias a Dios se viralizó, disminuyendo el impacto del desorden en la información. En eso perdimos credibilidad, tiempo y participación.

Los recursos, los recursos

Este fue uno de los aspectos más dolorosos de todo este proceso. La Asamblea Nacional no destinó al Comité Organizador de la Consulta Popular un presupuesto para convocar a los venezolanos a una Consulta Popular, aunque usted no lo crea. ¿Les parece irresponsable? Pues sí.

Cientos de voluntarios de la Sociedad Civil se movilizaron a sus propias expensas, y de sus bolsillos sacaron gasolina, tarjetas telefónicas, comida etc., y mucho valor por las amenazas del régimen, para participar en este esfuerzo y lograr incorporar en la Consulta Popular a la mayor cantidad de venezolanos posible. Vaya nuestro reconocimiento venezolanista a estos héroes anónimos de todos los Comités de la Sociedad Civil de los Estados de todo el país. Algunos de ellos incurrieron en deudas esperando el compromiso del Gobierno Encargado de “bajar los recursos” que es como se le dice. Nunca llegaron. Sin embargo muchos se sienten orgullosos de esa colaboración por Venezuela, pero están clarísimos de quien es quien en todo este proceso. Si sin ningún tipo de apoyo la votación ascendió a los mismos niveles de 2017 cuando había un respaldo completo y sin restricciones de la población, se pueden imaginar hasta donde hubiéramos llegado este 2020.

Vistas las circunstancias anteriores, como solo algunas de las más importantes que se presentaron, el haber alcanzado las cifras anunciadas es un milagro de Dios, solo explicable por la vocación de lucha de todo venezolano ubicado en lo más recóndito del país.

El mensaje a todos los políticos fue fuerte y claro: Maduro tiene que irse ya. Y esta debe ser la prioridad número 1 del Gobierno Encargado y de todos los políticos de la Asamblea Nacional, que desde ayer tienen el mandato de gestionar lo que sea necesario para acabar inmediatamente con este régimen violador de Derechos Humanos y culpables de crímenes de Lesa Humanidad. Y eso significa que nada está antes que eso.

A pesar de lo anterior, la primera declaración del Presidente Encargado luego de esa manifestación contundente, clara y precisa de la población, fue “Vamos a convocar a nuestra gente el 5 de enero para respaldar al Parlamento Nacional”. No lo podía creer.

En lugar de declarar que es lo que iban a hacer con ese claro mandato el otro día de esa manifestación extraordinaria de los venezolanos ordenándoles deshacerse del régimen, los políticos de la Asamblea Nacional, con Guaidó a la cabeza, nos están convocando para salvarles el cuello el 5 de enero de 2021 en un claro desprecio por nuestra soberanía. La oposición venezolana sigue sin entender lo que le pasa al país, o peor aún, sigue sin oír el reclamo de los ciudadanos a pesar de gritárselos al oído. Tiempos de cambio se avecinan para Venezuela…

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