Tanto va el cántaro al agua que por fin revienta

Opinión | septiembre 15, 2020 | 6:11 am.

José María Maravall en su libro “La confrontación política” refiere las estrategias de los políticos para detentar el poder y disponer de autonomía respecto de los ciudadanos. La primera cuestión es la de la crispación. ¿Por qué razones algunos rechazan estrategias de convergencia y moderación en busca del voto de la mayoría, y optan por una polarización radical? El autor explica esta opción en base a cálculos racionales que atienden paradójicamente a votantes moderados y estudia sus consecuencias sobre la política democrática.

Por otra parte, algunos politólogos y psicólogos sociales sostienen que esta práctica tiene que ver con quienes niegan la psicología social y la cultura de los diversos grupos sociales, étnicos y regionales, como es el caso de nuestro país que a lo largo de 21 años loque detentan el poder rechazan el diálogo, tolerancia y respeto en sus distintas manifestaciones y hacen uso de la violencia, el insulto y el cobarde agavillamiento contra quienes disienten del llamado socialismo del siglo XXI, marxista y mal llamado bolivariano y para colmo comunista, como lo afirmara Fidel Castro en una entrevista por VTV hace algunos años.

Para otros, la causa proviene del caudillismo y caciquismo. Pero la pregunta que formulamos para comprender esta determinación es ¿Por qué actúan así? ¿Qué es lo que determina esta conducta?

Los aspectos que inciden sobre la confrontación que observamos en estos tiempos que vivimos tiene que ver con:

a) La deficiente calidad y escasa cultura política y conducta de quienes en los actuales momentos detentan el poder.

b) El diseño, presencia y acción de una política tutelada, excluyente, que restringe y bloquea la participación social y del desarrollo democrático. Esto tiene que ver con el tipo de régimen como el actual que no procesa ni asume la diversidad socioeconómica, étnica y regional del país. Un régimen que excluye la sociedad y no educa para el consenso sino para la confrontación y el disenso.

c) Una estructural débil de la cultura, tradición e institucionalidad que se caracteriza por el despotismo, el grito y el insulto.

d) La negación de acuerdos políticos con las distintas fuerzas de la oposición, lo cual evidentemente debilita la institucionalidad, la democracia y a los ciudadanos.

e) La calidad de la educación social y cívica que se imparte en las aulas de escuelas, liceos y universidades y que poco o nada contribuyen a crear un ciudadano crítico, participativo democrático y respetuoso del pluralismo ideológico.

f) La constante confrontación, para crear de esta manera una sicología y cultura del excluido, al que se le considera sujeto político, que esquiva acudir a las a instancias institucionales y legales.

Quienes detentan el poder no entienden que para hablar hay que saber escuchar y este binomio es el que sustenta el diálogo y crea las bases del respeto y tolerancia. Estos y otros aspectos son la raíz de esa confrontación.

No hay duda alguna, y así lo demuestran los hechos durante estos dolorosos 21 años, que vivimos bajo el tutelaje de un régimen autocrático ceñido al mandato omnipresente de un individuo, que elude todo tipo de responsabilidades ante el país, acatándo directrices y políticas de una nación que desde hace 60 años exhibe orondamente su comunismo.Por ello, para mantenerse en el poder, acude al juego sucio que hace posible negar la posibilidad de oposición en el país, mediante herramientas de opresión social.

Estamos a las puertas de un implosión social, como consecuencia del lastimero y deplorable estado de la economía, desempleo, improductividad, inseguridad, alto costo de la vida, devaluación del bolívar, escasez de gasolina, gas, medicinas, corrupción y narcotráfico. Ingredientes letales que el pueblo venezolano ha venido aceptando estoicamente, pero que no soporta más.

Amanecerá y veremos…

Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)

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@_toquedediana