La banda se desintegra aceleradamente

Opinión | julio 27, 2020 | 6:28 am.

Me refiero a quienes durante estos años han tenido el control de los distintos mecanismos de poder. Civiles y militares. Si bien es cierto que en la llamada oposición también existen problemas serios que dificultan el avance, no es menos cierto que en lo que fue el amplio mundo de base, el nivel medio y en las alturas del régimen hay tremenda incertidumbre sobre lo que sucede y lo que pueda suceder en las próximas semanas. Nadie confía en nadie. Todo el mundo es sospechoso. Muy pocos están solventes. La mayoría tiene secretos políticos y financieros de alta factura, socios fuera de la burocracia y nuevos “empresarios” encargados de las operaciones concretas para el manejo del dinero sucio. Hasta esos testaferros están sufriendo por lo que sucede en el mundo y sus “patrones” temen que a la hora de la verdad, se alcen con lo que deben manejar. Unos y otros están en peligro. El mundo ha cambiado mucho y no hay secretos eternos. Casi todo se sabe. Las consecuencias están siendo inevitables.

Se multiplican las delaciones. No los contactos de “opositores” con ellos, los ha habido y los hay, sino a la inversa. Cada día son más los que buscan contactos para ofrecer información a cambio de seguridad de sus personas, de sus familias y de sus riquezas mal habidas pero ya ubicadas en buena parte del mundo.

Mientras tanto en el país se agudiza la miseria infame a la que lo han conducido los bárbaros más caros de la historia contemporánea de Venezuela, del continente y de buena parte del mundo. Está a la vista de y no vale la pena continuar describiendo el trauma generalizado. La gente aspira a un cambio radical y urgente para iniciar la construcción del nuevo país. Sobre bases distintas y mejores que las que tenemos y de las que teníamos antes de estas dos largas décadas.

Hay muchos documentos serios de distintos sectores de la vida nacional. En general, con pequeñas observaciones a algunos, bastante acertados tanto en el diagnóstico como en el señalamiento de rutas y programas concretos para profundizar la tarea pendiente. De todos ellos quiero destacar el recientemente hecho público del Consejo Superior de la Democracia Cristiana. En él la unidad demócrata cristiana exhorta a la unidad del país democrático para lograr la liberación del país.

El llamado es tanto a los dispersos copeyanos de hoy, a los socialcristianos militantes o no, sino también a los demócratas de los demás partidos e independientes, al liderazgo económico y social del país, a las Iglesias de conformidad con lo planteado sistemáticamente por la Conferencia Episcopal Venezolana. Llegó la hora. El mundo espera por nosotros.

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