Tarek, ¿por qué no has dicho nada sobre la masacre de Guanare?

Opinión | mayo 5, 2020 | 6:18 am.

El domingo 3 de mayo el país se levantó con unas imágenes que nos retrotraen a la época de la invasión del Falke a principios del siglo XX o a los días del desembarco de los cubanos en Machurucuto en los años 60.


El hecho, relatado retorcidamente por el régimen, refiere a una supuesta llegada de mercenarios por la concurrida playa de Macuto (una novela que Associated Press y The New York Times han estado contando desde hace días sobre Jordan Goudreau), ha logrado despertar de su sueño a Tarek William Saab, un bello durmiente que todavía no se ha enterado de la masacre de Guanare, una hecatombe carcelaria.

Yo no sé lo que pasó en Macuto. Lo que sí sabe la nación, por mucho que Globovisión no se haya enterado y por mucho que el régimen lo oculte o lo desinforme, es que en el Centro Penitenciario de los Llanos fueron abatidos a plomo 50 presos y heridos más de 75, cifras que quizás están cortas porque el régimen no ha terminado de oficializar la mortandad.

El usurpador que dice ser fiscal, Tarek William Saab, apareció este lunes 4 de mayo como un Júpiter tronante, amenazando y acusando en relación a los sucesos de Macuto pero ni siquiera el pitido de un ratón ha salido de él para hacer lo que tendría que hacer si fuera de verdad fiscal: abrir una investigación de por qué se usó fuego tan letal sobre una población carcelaria, carnicería realizada en una prisión de la “revolución” y bajo la autoridad de esa “Madre Teresa de Calcuta”, que mejor conocemos como Iris Valera.

Hasta el día en que escribo estas líneas, lunes 4 de mayo, el patanerismo judicial de Tarek William Saab sigue con su silencio sepulcral sobre esa masacre penitenciaria del pasado primero de los corrientes, donde colisionan las versiones sobre el origen de la violencia. El régimen habla de un intento masivo de fuga, y los activistas pro derechos humanos y familiares de las víctimas denuncian que todo se derivó de una protesta por la falta de comida. ¿Pero, qué dice el otrora defensor de los derechos humanos, el inefable poeta de la revolución, Tarek William Saab? La respuesta es la de Shakira: ciego, sordo y mudo.

Y así como ha hecho silencio sobre eso, tampoco ha dicho esta boca es mía sobre las rutinarias masacres del Faes en los barrios y caseríos de nuestra nación, como también ha hecho silencio sobre las incontables denuncias que en estos momentos abundan sobre la corrupción de guardias nacionales con la distribución de la exigua gasolina en las secas gasolineras del país.

Sobre muchas cosas que tienen que ver con la justicia en beneficio del pueblo. Tarek William Saab nunca habla. Es la esfinge de Guiza. Dios quiera que esta cosa que sucedió en Macuto y en Chuao, en el estado Aragua, no vaya a terminar en otro lanzado desde un piso del Sebín.

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