Ventana de oportunidad

Opinión | abril 15, 2020 | 6:20 am.

Espero que esta sea la primera de muchas notas en que hable del futuro. De la Venezuela sin toda esta basura que nos ha acompañado políticamente – de un lado y otro- y que nos ha intoxicado al punto de no dejarnos pensar con claridad.


Creo que es hora de salirnos del cuadro que vemos a simple vista todos los días y pensar más allá. Los venezolanos debemos –aunque nos cueste- comenzar a pensar en los escenarios posteriores a Maduro y sus mil ladrones. Doy como un hecho que Maduro está fuera del poder en un futuro tan cercano que no nos dará tiempo ni siquiera de celebrar del gigantesco problema que nos quedará entre las manos.

Las fuentes que indican que ya hay militares preguntando “¿cuáles son las condiciones para la entrega? ¿Puede ser recogido en territorio venezolano? ¿En cuál lugar de la frontera es más conveniente? ¿Podríamos ofrecer logística para la operación de extracción? ¿Cómo se hace el reclamo para el pago de la recompensa?”, como lo reseña el periodista Casto Ocando en una reciente nota da cuenta que ese ya no debería ser el problema en el que estemos pensando. Llegado este punto en realidad ya poco me importa el color del saco en el que meterán a Maduro, Padrino, Diosdado, Maikel o Tarek El Aissami. Pensemos más bien a partir de ahora en manos de quién quedará el poder en Venezuela.

En este mismo momento ya existen factores políticos del mismo régimen y su oposición oficial, mezclados con lo que se ha dado en llamar el “chavismo light”, maquinando en como quedarán después de “extraídos” Maduro y el resto de sus principales, quienes se han convertido en un problema para continuar con los negocios a la sombra del poder. Ya no se pueden hacer los negociados “as usual” porque todo está paralizado a la espera que estos personajes salgan “enguacalados”. Y es allí donde a partir de ahora mismo debemos centrar nuestra atención.

Al momento de Maduro rechazar de plano la oferta de los Estados Unidos denominada “Marco para la transición democrática en Venezuela” y hacer ese Consejo de Estado de 5 miembros sugerido en su punto No 5 , oferta por lo demás excesivamente generosa como lo apuntara Mauricio Claver-Carone, asesor de Seguridad Nacional de los EEUU. Y una vez desaparecidos por alguna circunstancia del mapa político los personajes buscados, ¿a quién creen ustedes que reconocerán los norteamericanos como nuevo Presidente de Venezuela? Sí, me leyeron el pensamiento: a Juan Guaidó y a sus asociados del G-4.

Los norteamericanos no verán para ningún otro lado ya que ese reconocimiento lo han sostenido muy a su pesar por más de un año. De allí que Guaidó debería estar pensando ahora mismo en cómo se acompañará en esta nueva circunstancia para que su permanencia en el poder sea sustentable, y en especial con cuales civiles y militares.

Sin embargo esa transición está pensada para durar poco desde que aprobaron en febrero de 2019 el Estatuto para la Transición. A ninguno de los partidos del G4 les agrada la idea de una transición larga (léase de muchos meses) ni tampoco a la Comunidad Internacional. Quieren que sea corta. Sin embargo la inestabilidad que acompañará la salida de Maduro y sus delincuentes con factores armados en todo el país retrasará el plan de realizar elecciones de manera inmediata.

Y es aquí donde los venezolanos tenemos muchísimo que decir. ¿Cuánto debería durar esa transición y que debería hacerse durante ella para garantizar la estabilidad política y la reinstitucionalización de Venezuela? Tal vez sea poco realista pensar en una transición lo suficientemente larga para resolver todo el problema de la destrucción masiva ocasionada por el castro-chavismo-madurismo. Pero hay algo clave aquí que estamos dejando pasar los venezolanos en esa transición: es fundamental para los sectores políticos que prevalezcan que esa transición sea muy corta para su supervivencia, y se lleven a cabo elecciones –con las mismas estructuras del poder electoral del castro-chavismo-madurismo para controlar elecciones- que pongan en el poder a quienes conducirán el barco en los próximos 6 años, y con las mismas licencias sin control ciudadano que tenían Chávez y Maduro. Pero… ¿es eso lo que queremos nosotros? Definitivamente NO. ¡Ojo con eso!

Muchos de ellos desean a como dé lugar volver a los arreglos y cuadres tan conocidos por los venezolanos en los años 90, como la repartición del país y de los grandes negocios, sin que eso le chorreara a la gente. Eso justificó la insurgencia de un militar como Chávez, y la gente lo siguió harta como estaba de la situación política, sin ni siquiera imaginarse que sería extraordinariamente peor. Para eso requieren de estabilidad política y un nuevo “status quo” post chavismo-madurismo a la brevedad posible.

Es necesario entonces hacer la ingeniería que establezca de urgencia las bases que hagan que eso no ocurra y a la vez que lo que resulte no permita el regreso de lo que se está muriendo ahora mismo. Requerimos controles inmediatos a la figura del Presidente de la República, disminuir a la brevedad sus facultades sobre la vida de los venezolanos. Darle inmediata representación a los estados federados en el parlamento. Esa figura se denomina Senado, entregándole a esa figura el control sobre las Fuerzas Armadas y la aprobación final de las leyes, eso sin contar con una nueva manera de concebir el reparto de la renta petrolera a los venezolanos y una nueva concepción de nuestra principal industria en el contexto de una nueva realidad energética en el mundo.

Todas las regiones, los Municipios y los Estados federados deben tener en esta nueva etapa el poder administrado de los ciudadanos, no un Estado centralista y todopoderoso. Lo descrito son solo pinceladas de lo que debemos hacer, y no se trata de un Programa de Gobierno, sino de rehacer el marco de actuación de los factores en una nueva Venezuela. Los programas de gobierno se escribirán una vez se haya hecho esa estructuración. Es concebir y construir el nuevo edificio donde habitará la política de las nuevas generaciones y que será administrado por quienes nos sucedan. A esto es lo llamamos en ANCO el Gran Cambio.

Si estos cambios no los podemos hacer en esa transición que irremediablemente vendrá, tenemos que lograr el compromiso de la Sociedad Civil de no permitir que los factores políticos lo aplacen hasta que les venga en gana. La ventana de oportunidad que se nos abre para realizarlo en esta transición será muy corta antes de que vuelvan y se mineralicen en el poder los mismos protagonistas que fueron responsables de la llegada de Chávez, y otros más jóvenes que lamentablemente se reclutaron posteriormente. Si esos cambios no se producen en esa ventana de oportunidad difícilmente Venezuela será estable para las futuras generaciones y regresará el oscurantismo socialista.

Termino esta nota con el cierre del comunicado de ANCO del 28 de marzo de 2020 que encierra la sustancia de este planteamiento:

“Tenemos que repensar Venezuela. Tenemos que reinventar la democracia. Tenemos que refundar el país. Es necesario establecer un nuevo modelo político, administrativo y constitucional de gobernanza que recupere la confianza en el país. Hemos hecho cambios en estos gobiernos recientes para que todo siga igual o peor. Las magnitudes de las crisis son tan grandes y su energía es tan fuerte, que acaban por romper todos los viejos paradigmas para dar paso a uno nuevo. Pero también las estructuras de poder de quienes les conviene continuar crean otras ofertas e ilusiones para sostener su paradigma original que nos compromete luchar con determinación para impedirlo”.

Es ahora o nunca…

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