¿Por qué Guaidó?

Opinión | febrero 17, 2020 | 6:18 am.

La mayor preocupación del ciudadano es la crisis, y lógicamente salir de ella. Esta crisis tiene impacto fundamental en todos los escenarios de vida, siendo el principal el político. Entonces su solución comienza por ahí.

La vida política nacional está regida en estos momentos por cuatro sectores. Cada uno de ellos defiende su tesis. Se entiende que el fin último de cada uno es la solución de la crisis.

La primera de las tesis de análisis es la gubernamental, cuya estrategia es instaurar un proyecto totalitario, denominado Socialismo del siglo XXI, que tiende a construir una sociedad con valores diseñados teóricamente, y que tienen como finalidad instalar un nuevo orden social.

En este caso, como en todos, las realidades califican las políticas, y estas son tercas. Repiten lo sucedido tanto el pasado como en el presente, en el mundo y en Venezuela, donde esas acciones dan como saldo la destrucción de la economía y la pérdida del bienestar social e individual.

El régimen insiste en su propuesta política, haciendo de la sociedad un gran laboratorio que bajo el ensayo y error la interviene, apreciar errores y corregir siempre dentro del mismo modelo ideológico. Así, para que Venezuela pueda aspirar a alcanzar el “fin último” tiene que haber un cambio del modelo, lo que obliga la salida del régimen del poder.

Otra de las tesis es la de un sector de la oposición consiste en convivir con el régimen y aceptar su legitimidad, entre ellas la presidencia de Nicolás Maduro, además someterse a las normativas y regulaciones que impone, para una vez dentro de ese escenario, detectar ranuras políticas e institucionales y aprovecharlas para forzar un proceso electoral en el cual aspiran resultar triunfadores, lo que provocaría la toma del poder y la salida de quienes en la actualidad lo detentan.

Esta estrategia depende de las decisiones y posturas del poder, donde esa oposición tendría que detectar y aprovechar errores y espacios que queden descubiertos, por lo cual podría considerarse que depende de la colaboración involuntaria que éste dé. El régimen ha demostrado que no está dispuesto a salir del poder, para lograrlo hacen todo, así, con la contribución de las instituciones que controla, generan acciones para alcanzarlo, lo que ha sucedido hasta ahora.

Entonces maniobran los procesos electorales a objeto de garantizar su triunfo, y cuando pierden se articulan con las instituciones que controlan, construyendo muros para obstruir los nuevos gobiernos, como ha sucedido con la Asamblea Nacional y los estadales, o desconocen sus resultados, como sucedió con la elección de Andrés Velázquez en el estado Bolívar. Entonces ese sector opositor pretende maniobrar dentro de la maraña construida por el régimen, aceptando sus condiciones, bajo la creencia que podrán hacer lo que hasta ahora le ha sido negado a la oposición. Se podría decir que esto no conduce al “fin último”.

Otro sector opositor sostiene la tesis de la intervención militar extranjera, que consiste en que una fuerza armada multinacional o estadounidense desaloje del poder a los que lo tienen, se instale un gobierno de transición que convoque un proceso electoral incluyente de las corrientes políticas existentes, creíble e imparcial. Al final el ganador asumirá el destino de la República. Esta opción, con posiciones críticas nacionales e internacionales, apuntan a su inconveniencia, tampoco cuenta con un contingente externo identificable como comprometido con esa tesis, lo cual tanto por una u otra razón, luce, a lo menos, lejana para alcanzar el “fin último”.

La última tesis, asumida por Juan Guaidó, es desbancar al régimen, deshaciendo sus bases de sustento, dejándolo en el aire y por lo tanto en caída libre, luego generar un gobierno de transición que convoque a unas elecciones imparciales, incluyentes y creíbles.

Las bases de sustento del poder del régimen son las estructuras internas y externas. Las internas son los factores sociales nacionales civiles y militares. Estos han venido abandonando la causa del proyecto político chavista madurista. Ya sectores que en el pasado estaban dentro de la estructura de sostén del régimen, lo han abandonado; los económicos, si en el pasado fueron afectados por el régimen, es de entender que aún los tiene en contra; los sociales, incluso los pobres, están desilusionados, las encuestas dadas por firmas especializadas lo afirman; y dentro del sector militar, el sentimiento de división y abandono grita; entonces internamente la estrategia tiene avances significativos, aún cuando el régimen continúa en el ejercicio del poder.

Si la oposición dirigida por Guaidó logra construir ofertas aceptables para el resto de los sectores que apoyan al régimen, con propuesta de inclusión económica y social, y con una propuesta aceptable de justicia transaccional, más el movimiento masivo de la población, esto podría acelerar este proceso.

Externamente la debilidad del régimen es totalmente visible, y los pocos que aún le apoyan, entre los grandes China y Rusia, le tienden la mano a cambio de privilegios a sus intereses; y los pequeños, de poco peso dentro del mundo internacional, incluyendo Cuba, lo hacen bajo la iniciativa de mantener la estrategia del Foro de Sao Paulo y del Grupo Puebla, lo cual puede resultarle pesado en un futuro cercano.

De continuar esta actividad, llegará el momento en el cual el régimen quede en el aire, sin sustento, lo cual generaría una implosión y la oportunidad para avanzar en la solución de la crisis nacional, o sea avanzar al “fin último.

De ahí que la vía de Juan Guaidó resulta la más idónea para el logro del “fin último”.

Así, si dentro del país se constituyen densos movimientos de apoyo a la estrategia de Juan Guaidó. Probablemente, cuando el régimen quede sin piso el sol esté saliendo para Venezuela.