“El Mocho” David De Lima

Opinión | febrero 22, 2020 | 6:18 am.

“El Mocho” ha vivido en carne propia las mieles y las lisonjas que da el poder. Ha sentido el repicar incesante de los teléfonos; así como también la vuelta de espalda, el silencio, la traición de compañeros de ruta y el ostracismo del olvido. La altura y la caída. Algunos de sus amigos de ayer son sus detractores de hoy injustamente, porque personalizan la política. Dijera nuestro compadre, el campestrero Eduardito Torrealba, “sus razones tendrán”. Es frontal en sus posiciones políticas, pero siempre ha sido consecuente con los amigos en todas las instancias en que ha estado. Es de los pocos venezolanos que los tiene en el gobierno y en la oposición.


A mí (Mario Valdez) me consta que David De Lima, cuando entregó la gobernación de Anzoátegui, salió sin ningún medio de fortuna. Por el contrario fui testigo por muchos años de las dificultades económicas por las que transitó. De eso puede dar fe la Clínica de Maturín, donde David estuvo hospitalizado de emergencia y no tenía cómo pagar. Los amigos hicimos “la polla”. El encargado de llevar el dinero para que le dieran de alta fue Luis Felipe Infante. Sus hermanos Nelson y Miguel Angel fueron a buscarlo porque no tenía carro para irse. Un día, él mismo decidió dedicarse a las actividades privadas y abandonó el ejercicio de la política. Reinicio su actividad como abogado litigante (llevó a mi bufete tres buenos casos). Luego se vinculó a un renombrado bufete internacional. Ahora tiene sus negocios propios, ganadería, gastronomía, asesorías, tiene 15 años sin ocupar cargos públicos y hasta donde sé no ha tenido contratos con el gobierno.

En el ojo de la tormenta política

Aquí lo tenemos hoy en el ojo de la tormenta política que vive el país. Señalado de ser el responsable de dirigir lo que han denominado la “Operación Alacrán”, que trajó como consecuencia que el 5 de enero pasado, los diputados de la oposición instalarán dos directivas de la Asamblea Nacional, la de Guaidó y la de Parra. Tengo tiempo que no lo veo.

Llegué ayer a Maturín a pasar carnavales con mi señora madre que tiene 90 años, pero muy activa leyendo y escribiendo en los chat, comunicándose con sus hijos y nietos que andan regados por el mundo. Me preguntó: “Mario, ¿por quá atacan tanto a David en las redes si ya él no es político”. Le contesté: los hombres públicos están expuestos a todo y él siempre ha sido un buen blanco para que le disparen. Hoy por las redes a la gente la acribillan al descampado, moral y socialmente, les piden pena de muerte, persiguen a su familia y sus hijos. Les publican las direcciones de trabajo, de sus casas, sus números telefónicos. Les piden a otros países que deporten a los hijos que se encuentran estudiando o trabajando. En fin criminalizan la política. No logro entender como es posible que las personas puedan acumular tanto odio en un cuerpito.

Comparto con mis respetados lectores el David De Lima que yo conozco.

Un relancino campestrero

Si bien es cierto que David nació en Barcelona, se crió en Maturín. Su padre fue médico y político. Era un asiduo visitante del “Club Campestre”, que quedaba cerca del viejo aeropuerto, un sitio de encuentro, recreación, de juego de envite y azar (dominó, truco, dado, batea, póker, etc.), carne asada y queso con casabe. Era un lugar de la élite monaguense; una parada obligada de las personalidades que fueron a Maturín en los últimos 50 años del siglo pasado. Los mismos eran recibidos por los Senadores y Diputados que representaban a Monagas en el extinto Congreso Nacional, políticos o gremialistas que antes de ir a las actividades programadas se pasaban por El Campestre a tomarse un whisky y a comer carne vara.

Siendo un mozo conocí ahí al ex rector de la UCV Jesús María Bianco; a los ex presidente Betancourt, Leoni, Caldera, todos esos grandes políticos lo visitaron. Así eran las cosas en el pueblo. Nuestros padres nos llevaban al Campestre. Ahí se daban cita militares, hombres de negocios, políticos y profesionales de todas las carreras, fueron muchos los cuentos, las historias, las anécdotas de duelos entre familias, de robo de ganado, de juego, de apuestas de hatos y fincas, que escuchábamos y algunas que vimos. Esa enseñanza del riesgo, de la apuesta, del relancino, David la aprendió desde muy joven.

Su padre, correa en mano: “párate, párate Guayosaco”

Desde los 14 años de edad, David ya estaba metido en problemas. En 1974 era dirigente estudiantil del Liceo “Miguel José Sanz”. Ya en esa época formaba parte del equipo de revoltosos y cabeza caliente. Participaba y dirigía las manifestaciones estudiantiles, protestando contra el gobierno adeco de CAP. Su padre, el doctor Manuel Vicente De Lima, adeco, era el diputado Presidente de la Asamblea Legislativa del Estado Monagas.

En el mes de febrero de ese año, sale una manifestación estudiantil de todos los liceos de Maturín a protestar, los oradores lo hicimos desde la Plaza Rómulo Gallegos frente a la legislatura regional. David estaba dando su discurso contra el gobierno y responsabilizando al presidente de los diputados (su padre) y al gobernador de todos los males, pidiéndoles la renuncia. Los policías de seguridad le dicen al doctor De Lima que su hijo estaba dirigiendo la manifestación y estaba insultándolo, pidiendo su renuncia y la del Gobernador General Martin Márquez Añez. De pronto en la multitud vemos a un señor que viene abriéndose paso con una correa en la mano. Era su padre. Cuando David se da cuenta lo tiene encima. Soltó el megáfono y arrancó a correr. Su padre, furioso, le decía: “párate, párate Guayosaco”. Con él corrimos todos. Ese día el diputado De Lima disolvió la manifestación sin echar un tiro. En esa época los compañeros de Maturín le decíamos “Guayosaco”.

“Dígale al Comandante que lo espero en El Campestre”

Ese año, la policía nos agarró como a las dos de la tarde y fuimos presos. Junto a otros estudiantes, estábamos los dos en la celda 14, el doctor De Lima era diputado al Congreso Nacional y presidente de la Comisión de Turismo, el secretario era Franco Silvio. Al día siguiente el diputado llega de Caracas y pasa directo a la Policia a buscar a su hijo, pregunta por el Comandante y el oficial de guardia, le contesta “salió a almorzar”. Éste le dice: “suba y tráigame a mi hijo”. el policía responde que no tiene la llave. El diputado sube y saca la pistola. Le da un tiro al candado y saca a David por un brazo. Yo me agarré del otro brazo y salí con él, su padre le dijo al policía “Dígale al Comandante que lo estoy esperando en El Campestre”. Yo creo que no fue.

En el Hospital de Mene Grande vio el sol

David Eugenio De lima Salas nació el 3 de abril 1959 en el hospital de Mene Grande, en Puerto La Cruz, estado Anzoátegui. Sus padres, Manuel Vicente De Lima y Teresa Salas, eran médicos en ese hospital. Tiene seis hermanos y tres hijos. Divorciado y muy feliz con su Claudia. Fue un gran admirador de su abuelo Salomón De lima, cronista eterno del estado Anzoátegui, y grado 33 de la masonería. Fue mi amigo. Sus padres se lo llevan a Maturín, hizo la primaria en el Colegio de Los Curas; lo mandan a estudiar bachillerato en el Internado de Las Monjas en San Antonio de los Altos, estado Miranda, lo expulsan; en 1973, regresa a Maturín, abraza la política del MAS y se gradúa de bachiller en el liceo “Miguel José Sanz”.

El Movimiento Estudiantil se reunió con el Presidente de la República

El 13 de diciembre de 1983 había el paro o huelga nacional de universidades por los problemas de siempre: reivindicaciones y presupuesto universitario. El Presidente de la República era Jaime Lusinchi. El movimiento estudiantil representado en la FCU-UCV, en la búsqueda de soluciones se reúne dos veces con el Presidente; a la primera asistieron: Julio Casas, David De Lima, Augusto Uribe, Juan Pablo Silva, Vladimir Villegas, Magaly Celis, Julio Fernández y Mario Valdez; luego en el mes de enero 1984, se hizo otra reunión ampliada asistieron los Presidentes de todas las FCU del País, (Roberto López UCV, Melvis Humbria UC, Adolfo Superlano LUZ, Giovanni Carrera UDO, Winston Cabas ULA) y Mario Valdez, representante estudiantil ante el CNU. David De Lima tuvo una destacada participación en esos eventos. Se lograron los objetivos y el gobierno reconoció las deudas de las universidades y les pagó (reclamo justo que hacían los profesores y los empleados que duro más de 4 meses). Cesó el conflicto y el movimiento estudiantil contribuyo con la Paz Universitaria.

El año 1978, estudiando Derecho en la UCV, David fue operado de las dos piernas y cargaba yesos hasta la rodilla. Se parecía a astro boy. Los amigos comenzamos a llamarlo “El Mocho”. No recuerdo si fue Felipe o el Gordo Santa Fe quien le puso el apodo, pero está completo. Ese año ganó las elecciones a la Presidencia de la Facultad de Derecho, yo era el Presidente y le entregué la silla. Salí electo a la FCU con Kiko Bautista.

Un juicio por un pote de Palmito

El 2004 termina su mandato como Gobernador del estado Anzoátegui y le entrega al nuevo Gobernador, el doctor Tarek Willian Saab, hoy Fiscal General de la República. El 29 de julio del 2005 es acusado por el deterioro de la residencia oficial de la gobernación conocida como “La Ribereña”. La acusación se derrumbó. Quedó demostrado que la residencia la había dañado la policía. El 6 de marzo del 2007, después de 75 diferimientos (asistió a todas las convocatorias) se realiza el juicio y salió absuelto. Asumió parte de su defensa. Entre los abogados que ayudaron en su defensa recuerdo a Luis Edgardo Mata, Pancho Aguilarte, Eduardo Valera, Armando Orocopey y este servidor. Un testigo que nos acompañó fue Hugo Negretti, ex dirigente estudiantil y ex secretario juvenil del Movimiento Al socialismo. Los abogados acusadores retardaron el proceso porque la acusación no tenía asidero jurídico. La decisión salió favorable a David De Lima. Hubo apelación. Al final el juicio se redujo a un pote de palmito que faltaba en la cocina. Tamaña irresponsabilidad.

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