Ahora le tocó a Rusia

Opinión | febrero 25, 2020 | 6:18 am.

Muchos se preguntan a diario si sirven de algo las sucesivas sanciones impuestas a los allegados al régimen. Si existe un propósito nítido para resolver el conflicto que tanto nos atañe. Aunque en la lucha todo es factible, hierve una necesidad angustiosa por darle caza a los culpables y acabar de tajo con el dolor extremo de nuestra nación.


Imponer este tipo de bloqueo consensuado tiene un sentido práctico y verdadero. Es cierto que en Cuba no ha servido para nada, pero también resulta evidente el despropósito para acomodar a una isla paralizada en el tiempo.

Pero ahora retumba una conciencia cierta con el caso venezolano. No es solo Estados Unidos y sus decisiones indómitas, sino el apoyo sincero de casi 60 naciones reconocibles y convencidas que en nuestro país no hay resquicio para más atropellos y dictámenes equívocos contra los ciudadanos.

Por lo tanto, observo un empeño ejemplar, con golpe y porrazo legal, para enmendar nuestra realidad precaria. La gira de Guaidó terminó de reafirmar el rumbo y convencer a los aliados que el tiempo se agota. Por eso ya nadie da dos céntimos de madera por los negocios con Maduro y sus secuaces, pese a las riquezas que vienen explotando y casi ofreciéndole en las narices a cualquiera para recibir algún apoyo extraviado.

En España se ha generado una discordia terrible. Recordemos que en la Unión Europea se cumplen las leyes y no prevalecen las equivocaciones dispersas. No se pueden pasar por alto las prohibiciones por capricho y soltura. Por eso el gobierno de Sánchez pende de un hilo y la Casa Blanca le ha hecho reiteradas advertencias sobre lo que vendrá si no se pone al margen.

Entretanto, esta misma semana España volvió a ratificar a Guaidó como mandatario legítimo y sus representantes emitieron algunas declaraciones para desviar la metida de pata con el caso de Delcy Rodríguez. Recibirla a escondidas en el aeropuerto en estos tiempos tecnológicos en que todo se sabe, terminó por complicarle la posición contradictoria de los últimos meses.

Pero la verdadera piedra en el zapato es Rusia. En el Kremlin prevalece un interés desmesurado por continuar sus relaciones con la tiranía venezolana. Se habla de su intención en invertir más de cinco mil millones de dólares en la extracción de petróleo. Nada desdeñable a sabiendas de su también disposición a colocar mil millones más en la explotación minera de oro y diamante.

Esta realidad es reconocida y entendida por los EE. UU. Fue tema peculiar en las conversaciones entre el presidente interino y los diferentes representantes de los poderes norteamericanos.

El zarandeo con las sanciones secundarias será tema diario en los próximos meses. Penalizarán a toda empresa que adquiera crudo venezolano. Esta voluntad de amonestación se ha escuchado antes, pero ahora el ambiente tiende a ser más riguroso, pues los blancos están más que claros, así como la espera de unos resultados más concretos.

Esto generó que el Departamento del Tesoro norteamericano sancionara a la empresa petrolera rusa Rosneft Trading, con el sagaz argumento de proteger los recursos naturales de Venezuela. Actualmente esta organización tiene una licencia para explotar gas en nuestro país por 30 años y es una de las más fieles aliadas de Pdvsa. Expertos aseguran que dos tercios de la producción nacional es comercializada por ésta y que las implicaciones serán enormes para la industria.

Con esta medida percutora, la empresa perdió tres mil 500 millones de dólares en las dos primeras horas, cuyos efectos se verán enormes en los próximos 90 días. En pleno oropel de su fama, Rosneft en la compañía número 76, sancionada por Washington por sus relaciones con la dictadura venezolana.

Triturando sus alternativas y conocedor de la diminuta cartera de clientes con la cual cuenta en este momento Pdvsa, Maduro inmediatamente declaró emergencia energética de la industria de hidrocarburos en el país y conformó una comisión presidencial plenipotenciaria, comandada por Tareck El Aissami.

La lucha será a dentellada limpia. La economía rusa no se encuentra en su mejor momento. Los índices no son los mejores, por eso siempre corría un rumor detestable de que Maduro pondría en manos de Rusia toda la producción petrolera. Una privatización a ciegas y con el despecho de no perder su trono en Miraflores.

Las guerras se emprenden con decisiones astutas y sus derivaciones certeras se obtienen de mover las piezas en el momento preciso. No es hablando con severidad e idealizando personajes, como se lograrán las victorias. Tampoco derribando los esfuerzos o teniendo la desesperanza como bandera aliada, podremos salir de este mal momento histórico. Sin alegorías innecesarias, creo que poco a poco se tomará de los pelos a los culpables. Son buenas las medidas y negarlas sin parpadear sería apostar al fracaso. Todo es un preludio a lo que vendrá; una predicción avistada con fe y con las palpitaciones auténticas de una libertad cercana.

Ex director de la Biblioteca Virtual de Maracaibo “Randa Richani”

[email protected]
@Joseluis5571