Una FAN para la democracia

Opinión | enero 15, 2020 | 6:18 am.

Los recientes eventos en los cuales efectivos de las FAN impidieron la sesión de la Asamblea Nacional el pasado 5 de Enero, siendo con ello herramientas protagónicas del golpe parlamentario, son reveladores. El mundo pudo ver al presidente encargado, Juan Guaidó, frente al piquete militar diciendo: “no son los militares los que deciden quién es diputado. Eso lo hace el pueblo de Venezuela”.


Hay preguntas que todo el pueblo venezolano debe hacer a los hombres de armas. Entre ellas la más punzante: ¿De verdad pretenden tener el privilegio de elegir quien gobierna Venezuela? Debe recordarse que el deber de todo efectivo militar, sea el soldado raso o el General con tres soles, es la obediencia a la Constitución y a la forma republicana. En cualquier momento pueden tener o no simpatías con un gobernante pero estas no tienen ninguna relevancia, deben obedecer a la Constitución o pedir la baja.

Eso de rebajarse de uniformado a mono amaestrado gritando “Chávez Vive, Independencia y Patria Socialista”, “Viviremos y Venceremos”, “Antiimperialistas, Socialistas y profundamente Chavistas” no tiene nada que ver con el artículo 328 de la Constitución vigente, a saber:

“La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional, de acuerdo con esta Constitución y con la ley. En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna. Sus pilares fundamentales son la disciplina, la obediencia y la subordinación. La Fuerza Armada Nacional está integrada por el Ejército, la Armada, la Aviación y la Guardia Nacional, que funcionan de manera integral dentro del marco de su competencia para el cumplimiento de su misión, con un régimen de seguridad social integral propio, según lo establezca su respectiva ley orgánica”.

Si no se han dado cuenta, por ningún lado aparece la Milicia, ni el PSUV, ni ningún derecho a nombrar diputados.

Por otro lado, una práctica tenebrosamente tradicional, en los últimos 20 años, es el uso de paramilitares (colectivos) como auxiliares de los servicios represivos del régimen. Lógicamente, para camuflar de violencia callejera la violación sistemática de derechos humanos.

A sabiendas de que esos grupos actúan a sus anchas y armados, debe recordarse nuevamente la letra constitucional, en el artículo 324: “Sólo el Estado puede poseer y usar armas de guerra. Todas las que existan, se fabriquen o se introduzcan en el país pasarán a ser propiedad de la República sin indemnización ni proceso. La Fuerza Armada Nacional será la institución competente para reglamentar y controlar, de acuerdo con la ley respectiva, la fabricación, importación, exportación, almacenamiento, tránsito, registro, control, inspección, comercio, posesión y uso de otras armas, municiones y explosivos.”

Venezuela necesita una Fuerza Armada Nacional. No somos Costa Rica y tenemos retos y compromisos que ejercer militarmente en Venezuela y en nuestro espacio geopolítico natural (El Caribe y Suramérica). Pero eso supone comprender, internalizar, hacer planas de mil folios en el Fuerte Tiuna, en el Fuerte Paramacay, y desde el primer año de cadete, donde se repita: “El poder militar está subordinado al poder civil”.

La autoridad en una democracia proviene de los votos, en elecciones libres, no por la fuerza de las armas. Hoy el desprestigio, el desmantelamiento, la ausencia de protección social es la cosecha que deja el respaldo equivocado a una dictadura, si así lo comprenden los hombres de armas, pues, entonces deben ponerse del lado de la Constitución. Busquen ese libro, desempólvenlo y procedan a leerlo y, mejor, acaten su mandato.

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