El susto de la hiena…

Opinión | enero 25, 2020 | 6:30 am.

La única victoria

No quiero cantar victoria, no podemos cantar victoria, no debemos cantar victoria. Pese a los enormes avances que hemos tenido aún no hay victoria, porque en Venezuela a estas alturas sólo nos resta una victoria: la libertad, y esa se conquista en territorio nacional.

Sin embargo, hay motivos de sobra para recobrar nuestra convicción de que podremos –al fin– derrotar a la tiranía más cruel de todos los tiempos americanos.

Hay motivos.

Las pésimas decisiones

Hemos estado antes en situaciones similares de debilidad extrema de la tiranía, de su caída inminente y las pésimas decisiones políticas, vinculadas en todos los casos con “diálogos” farsantes y negociaciones embaucadoras, nos han derrumbado.

Sabemos de sobra que a la tiranía hay que desafiarla, combatirla, atacarla en todos los terrenos y sin tregua. A la tiranía no sólo hay que golpearla, hay que escupirle mientras cae.

Golpearla y escupirle hasta derrotarla.

La tristeza de la hiena

No lo niego, lo expongo, lo grito sin pudor a los cuatro vientos. Disfruto un placer orgásmico cuando a las hienas chavistas las desprecian, las infaman o las humillan. Lo sé, soy un incorregible obstinado antichavista, todo venezolano digno debería seguir mi fórmula.

Por ejemplo, celebro hasta la ebriedad y con una risa sonora que la hiena Jorge Rodríguez sufra desprecios como el que su hermana vivió en España: ¡Qué no pise Europa! ¡Da asco!

Y yo, bullying antichavista, aplaudo de pie.

El ataque sin tregua

El urgido giro estratégico que dio el presidente Juan Guaidó este año ofrece razones suficientes para recuperar la estragada confianza. Volvimos a la ofensiva, claro, también nos han beneficiado los marranos errores de Diosdi Cabello y su burdo asalto a la Asamblea Nacional.

Permanecer en la ofensiva, no parar, atacar en todos los terrenos: políticos, diplomáticos, sociales, culturales, personales. Atacar, atacar sin tregua.

No hacerlo es claudicar.

La gira internacional

Mientras la sapita roja, Delcy Rodríguez, no puede posar sus patas en Europa y hasta se le niega el aire del viejo continente, mientras es despreciada y perseguida con repugnancia, el presidente Juan Guaidó y el canciller Julio Borges son recibidos con honores por los gobiernos civilizados del mundo.

Es decir, mientras el chavismo es humillado con asco (como debe ser), los demócratas venezolanos recuperan el espacio internacional perdido. Una ventana de libertad se abre.

No más decisiones equívocas, no más.

La fuerza necesaria

La lucha verdadera se dará en territorio nacional y necesitaremos estar listos. Legítimamente, por mandato constitucional, el presidente Guaidó ha solicitado una alianza internacional para salir de la tiranía chavista y derrotar a la corporación criminal que la rige.

La respuesta ha sido positiva. Los mandatarios del mundo han entendido la urgencia que vive el pueblo de Venezuela. Todas las soluciones están sobre la mesa. Todas.

La fuerza es tan sólo una de ellas.

El asalto definitivo

No hay que cantar victoria porque la única victoria aceptable es la libertad de Venezuela, pero la avanzada de las últimas fechas ha ido recuperando la confianza perdida del pueblo venezolano. Sólo seguir, sólo desafiar, sólo atacar, mantendrá viva la llama de la esperanza y la lucha.

Organización, mucha organización y movilización, para el desenlace final y dar el asalto definitivo sin duda ni tregua. Hay que atacar con toda fuerza al chavismo.

Hay que mandarlo a la fosa común de las tiranías de la historia.

No cesemos…

@tovarr