El único camino de Juan Guaidó

Opinión | noviembre 29, 2019 | 6:22 am.

Se atribuye al ex presidente venezolano Raimundo Andueza Palacios (1846-1900) la lamentable frase que la historia ha probado como cierta: «El Tesoro Nacional es como el río Guaire: todo el mundo tiene derecho a meter su pichagua, lo que se discute es el tamaño».

A mi juicio algunos articulistas de la red le han dado a esta frase una interpretación errónea. Pienso que Andueza no se refería a meter al agua alguna parte del cuerpo, sino un recipiente para tomarla (recuérdese que en ese tiempo el río Guaire era limpio). La palabra “pichagua”, muy venezolana, es un derivado de la famosa “totuma” o “tapara” indígena utilizada para recoger agua o plato para comer.

Todos los venezolanos teníamos el derecho, según Andueza, a meterle la mano a los dineros públicos. Lo que se discutía era el tamaño del recipiente, porque el río daba agua suficiente para todos. La pregunta era quien tenía más derecho que otro para beber más. La respuesta: el que tuviera la pichagua más grande. Y ese generalmente es el que tiene el poder. Así se interpreta eso en Venezuela. Lamentablemente esa frase se quedó estructurada en el ADN político de quienes han gobernado Venezuela desde ese momento.

Los venezolanos hemos sido testigos de lo más insólito. Andueza nunca pudo imaginarse que el tamaño de la pichagua de los que le sucedieron secaría el río completo de ese Tesoro Nacional que comparó asertivamente con el río Guaire. Ni nadie tampoco se imaginó que la discusión del tamaño de la pichagua le afectara mas allá de los chismes de ladrones que se endilgaban entre sí quienes se peleaban por el poder. El río era demasiado grande hasta que lo secaron y ya nadie pudo beber más.

Las naciones que se consideran hoy desarrolladas tienen un código cultural que limita de manera estructural la corrupción. Ese ha sido un mal de la humanidad, y los venezolanos no somos los únicos en padecerlo. La corrupción, aparte de los aspectos éticos y morales involucrados, le quita eficiencia a la distribución de lo que es de todos. Y creo sin quedarme corto, que lo que ha sucedido en Venezuela es el mejor ejemplo mundial de lo catastrófico que pueden llegar a ser las consecuencias cuando hay una total ausencia de controles para ese mal. Consecuencias que no solo son económicas, sino políticas, y como nos hemos podido dar cuenta con la tragedia que nos consume, profundamente sociales.

De esto claramente se puede deducir que cualquier cosa que venga en el futuro, después de salir de esta banda de ladrones que conducen el poder en Venezuela, tienen que ser muchísimo mejor en ese departamento. Y no solo tienen que serlo, sino también parecerlo, como la mujer del César. De allí que notas como las recientemente publicadas que apuntan a la corrupción que se está destapando del lado de la oposición oficial indican que las cosas no cambiarían sustantivamente en el futuro. Pero también nos dice mucho del porqué las cosas no se han cambiado todavía a favor de los venezolanos después del 23 de Enero de 2019, siendo por el contrario, que han empeorado mucho más.

La denuncia del periodista Molina era un secreto a voces. Y el problema no apunta a que pueda existir corrupción en las filas opositoras. ¡Eso es lo de menos! Lo grave es que el Gobierno del Presidente Encargado no esté actuando con la transparencia debida al manejar a su discreción y sin absolutamente ningún control de contraloría, los fondos que ha recibido del exterior y aquellos que se han ido recuperando del régimen. ¿Quién está llevando el control administrativo y dando cuenta de esos fondos a los venezolanos? Eso es lo que debe responder el Presidente Encargado y el gobierno colegiado de la Asamblea Nacional. No puede ser que haya una moral para el régimen y otra muy diferente para la oposición. En eso coincidimos con la nota del periodista Molina.

Pero lo que no se puede tragar es que se pretenda sugerir que sea la ilegitima Asamblea Nacional Constituyente de los ladrones del régimen la que le venga poner control a eso. Esto es, la propuesta de Molina es que una banda de malandros le ponga control a otra pero de la oposición. ¡Acabazón de mundo! La corrupción ha logrado que todo se salga de control. No hay instituciones creíbles porque ya no hay gente creíble. Los dirigentes creíbles se han ido muriendo y los nuevos están enredados en escándalos como el que denuncia la nota del periodista Molina.

Un país sin instituciones, como lo ha sido históricamente Venezuela, solo se ha sostenido con la credibilidad moral de los pocos venezolanos que en buena hora prestaron sus servicios para una Venezuela de futuro. Personajes como Arnoldo Gabaldón Carrillo y Luis Razetti en la medicina, Juan Pablo Pérez Alfonzo en petróleo, Vicente Emilio Sojo y Teresa Carreño, en la música, José González Lander en ingeniería, son solo algunos pocos ejemplos de que independientemente de la situación institucional del país, existieron venezolanos que dedicaron sus vidas a una labor al servicio de otros, sin esperar nada a cambio, más allá de la labor cumplida. ¿Se acabaron ese tipo de venezolanos? No me lo creo. Me atrevo a decir que incluso los puede haber mejores ahora mismo. Pero debe existir el ambiente apropiado para que eso pueda florecer y multiplicarse. Y quienes son los responsables de construir ese ecosistema, al parecer pujan todavía por salir.

Será imposible reconstruir a Venezuela si la dirigencia que pretende sustituir a la que hay es exactamente igual o peor que ella. Es una matemática muy sencilla y una norma básica de gerencia ejecutiva: no compondrás lo que se rompió utilizando a quienes lo rompieron. Y si a los que llamas para hacerlo son socios de negocio de los que estaban, el resultado será el mismo o peor. Y eso es lo que estamos contemplando en la actualidad con la administración del Presidente Encargado.

De allí el llamado de muchas voces de conciencia que le han solicitado al Presidente Encargado de que se separe de toda militancia partidista, así como del grupo de partidos de la Asamblea Nacional, y forme un Gobierno de Unidad Nacional con todos los factores representativos de la sociedad, incluso aquellos que desde la oposición le han adversado, muy en especial con aquellas personas que los venezolanos consideran ahora mismo de indudable e irrefutable condición ética y moral. ¡Eso es fundamental! Los hay en todos los terrenos, en el económico, en el político, y en el social.

Esa decisión trascendental fortalecería su presidencia, le daría dirección y firmeza a esta loquera que ya pasa de 11 meses sin resultados, sin contar con el mensaje positivo de un golpe de timón y cambio de rumbo a la Comunidad Internacional, dando una muestra a los venezolanos de querer resolver nuestro problema, y cerrándole el paso a quienes quieren usar su presidencia para la corrupción. Un Gabinete de lujo unificado encontraría en horas (si no minutos) una solución y una acción contundente al problema de la usurpación de Maduro. ¿Difícil? Más difícil lo estamos pasando los venezolanos. Ya la “pichagua” se rompió y la corrupción no le deja otro camino a Juan Guaidó…

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